El hombre
nace en la fe, crece y descubre en cada esquina que tal cosa no es del todo
razonable. Digamos que hablo por mí y solo por mí. Sabe León que mi fe relativa se activa a mi Dios,
ese flaco al que consulto muchas veces y me responde al oído. Camina a mi lado
y trata de mantenerme seguro, mantener la ética indispensable como por circular
por el mundo sin joder a nadie en particular.
Al hablar con
Usted muchas veces trato de contener su odio desmedido hacia algunas cosas o
personas que lo rodea, sé que en algunas oportunidades tiene usted razón, otras
creo que por momento el odio no le permite razonar con libertad.
Inicie esto
dado que este fin de semana se da para la fe, por lo menos para aquellos que
la profesan antes sus iglesias cosas que
usted sabe que no comparto. Persuadido estoy que estos hombres y mujeres que
forman parte de las mismas, se encuentran subsidiados por el Estado y la situación
de la gente no da para mantener vagos y en algunos proxenetas, hecho doloroso
para cualquier para cualquier persona.
Por tal
motivo y algunos más, no comparto en mi caso a la Iglesia Católica, ni que los
sacerdotes sean cargos profesionales.
Mis compañeros
de aventura son vagabundos, pero sinceros en el caso del Fantasmita continua
siendo promiscuo, ama a las mujeres ajenas y solo les hace el amor mientras
duermen, es tierno y caballero, no resulta agresivo ni las maltrata , al
finalizar la noche amorosa las cubre con una manta y regresa a la nave. Mi otro
compañero de aventuras Lambert, un Loro Francés con gustos simples como la
buena Champaña y fiel relator sobre quienes nos pretenden atacar y alterar
nuestra primitiva paz.
Y Usted,
escritor y poeta, pluma clara y pura que al leer algunas de sus páginas de lujo
nos traslada al éxtasis espiritual. Mis amigos son mi religión y mi fe mi Dios,
ese flaco que no posee bienes materiales y que jamás habita grandes palacetes
convertido en Catedrales. Jamás ellos hablaron desde el pulpito ordenando con
su clases de moral a fieles que lo único que buscan es vivir en paz.
Esos señores
enviaron a la muerte a inocentes que solo pretendían cubrir sus necesidades
espirituales, estos tipejos solo hacen discursos que nunca cumplieron.
Mis amigos y
mi Dios no realizan proselitismo político, no se mueren por sacarse fotos no querían
con delincuentes, los cuales en un tiempo pasado se cansaron de despreciarlo.
Ellos no vivirían
en Castillos imponentes, mientras la gente cada día es más pobre, jamás compartirían
banquetes con vajilla de plata, mientras en los barrios ni agua corriente
tienen.
Nunca opinan
sobre la política de los pueblos, ellos son humildes; juntos bebemos lo que
tenemos y comemos lo que pescamos. Ellos son mis amigos, los otros los curas
son personas que desconozco.
Santiago L
Demaria
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