sábado, 9 de junio de 2018
Y llego el gran día de regresar a Madrid León, tarde o temprano regresamos al lugar que amamos. Veo en los ojos de León que se ponen vidriosos, casi cerca del llanto. Que sucede León? Capitán regreso a mi hogar, si León es verdad pero nuestra misión en España no será fruto de una recorrido en la Plaza de toros, ni detenernos a beber una manzanilla, sabe usted que vamos en búsqueda de Cospelito y Nonino, ellos y su secuaces le deben a varios este cargamento de droga que partió de nuestras playas y luego la justicia se hará cargo. Eso sí , quiero a cada uno bien armado, allí nadie es un niño de pecho y nos querrán demoler a balazos..
Me encuentro que un tal Sobremonte se quedara en la cárcel varios años y no querrá estar solo. León la partida será en unas horas los quiero concentrados. En ese momento ingresan Reemil y su compañero de trifulcas. Portan cada uno una Glock a la cintura y armas largas que ocultan en el estuche de un violín, Remil con una sonrisa macabra me comenta, Capitán esto es por si se arma un baile.
Seguro sería un baile con la Parca que de un momento a otro estoy esperando, ha de viajar con nosotros también ella, la cual siempre está ocupada en despedir clientes, esta mujer si se la puede llamar de este modo, siempre se retrasa arreglándose y cuidando su maquillaje, para quien la busque se enamore de ella.
El Rafa ya está con nosotros a la espera de órdenes y El Fantasmita junto a Lambert se encuentran revisando los últimos detalles para iniciar nuestro viaje al Aeropuerto.
Capitán, pega el grito León he de regresar a mi tierra, bien León pero el desafío no será sencillo y los quiero a todos con los ojos abiertos. Uno a uno nos fuimos con nuestros petates y demás cargas rumbo al Aeropuerto. De reojo observo a Remil que aprieta al estuche de su violín como si le hiciera arrumacos a su amante. Todos con documentos truchos fuimos ingresando en la nave, en donde Lambert y El Fantasma ya ocupaban sus lugares por no poder ser vistos. Han querido retener al violín pero Remil, mostro su credencial diplomática y le abrieron paso sin dudar. Al buscar nuestros asientos y los pasajeros ver a la mismísima Parca junto a nuestro amigo Lucifer no sabían si abandonar el avión, bajar corriendo o entregarse al culto que profesaban. Hasta un Árabe con cara de extremista comenzó a temblar como una hoja. En una horas se produjo nuestro arribo, la escalerilla era un pandemonio de gente que escapaba de una batalla que nunca existió, Lambert en pleno vuelo y con olor a wiski nos informaba que a la redonda estaba todo tranquilo y del Fantasmita solo me entere por un grito de una de las azafatas que sintió que algo le tocaba el trasero. Nos alojaríamos en el NH Madrid Nacional y desde allí manejaríamos la operación.
Santiago L Demaria
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