domingo, 17 de febrero de 2019

Cómo practicar el sexo inteligente

En pos de alcanzar la meta de ser padres, muchas parejas o individuos comienzan a tener conflictos con su sexualidad, ya que parte del problema se inicia con el concepto erróneo de considerar que tener actividad sexual y tener relaciones sexuales es la misma cosa, aunque no lo es. La primera puede representar manos entrelazadas, intercambio de miradas, un abrazo, o conversaciones amorosas sin contacto físico que promuevan sensaciones de apego o eróticas, aun sin llegar al coito. En tanto, las segundas son aquellas que involucran a los órganos genitales y la penetración. Para aclarar este tema, la ginecóloga Beatriz Literat (M.N. 50.294) se refirió a que “muchas personas creen erróneamente que las primeras no constituyen “tener sexo de verdad”, privándose del beneficio emocional y físico de estas actividades que implican poner en circulación hormonas de la glándula hipófisis, la tiroides, las suprarrenales, los ovarios y los testículos, con beneficios inmunológicos y contribuyendo a mejorar la capacidad fértil de la mujer y del varón”. Emoción, elemento clave La miembro del Instituto Médico Halitus agregó que “en el psiquismo de las personas existen mensajes inconscientes respecto de la sexualidad, que se instalaron por haber sufrido experiencias desagradables, traumáticas o confusas, que conforman verdaderos tabúes sexuales y que pueden llegar a controlar los comportamientos. Las personas no logran explicarse lo que les sucede emocionalmente y no se atreven a decirlo y, como sabemos, casi siempre lo que no se habla, se manifiesta en forma psicosomática. Una de las manifestaciones frecuentes es el vaginismo, la contracción “involuntaria” de los músculos perivaginales que impide la penetración y también la realización de exámenes ginecológicos, ecografías transvaginales, etc. En frecuentes casos las parejas mantienen actividad sexual durante años sin perfeccionar el coito y como consecuencia el embarazo no se produce. Este trastorno, como la mayoría de las alteraciones en la sexualidad, se soluciona en pocas consultas”. La mente juega un papel fundamental no sólo a la hora de “buscar un hijo”, sino de mantener intimidad en la pareja, y un desequilibrio en este sentido genera angustia, ansiedad, desvalorización y enojo que se vuelca hacia uno mismo y hacia el otro, provocando discusiones, desgaste y alejamiento. En este escenario, una sexualidad inteligente y atinada se convierte en aliada del proyecto parental, ayudando no solo a los futuros padres sino también al equipo médico de fertilidad, ya que aunque se realicen procedimientos de diversos tipos para lograr el embarazo, la natural respuesta sexual humana desencadena procesos químicos en todo el sistema que favorecen al varón y a la mujer en su capacidad de fecundar y concebir, colaborando con los procedimientos.

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