domingo, 10 de febrero de 2019
La columna de Luis Ventura: Diego, el amor y sus máscaras
En la increíble vida de Diego Armando Maradona nada resulta definitivo ni irrevocable, y todo, pero todo, se hace posible. Por eso, cuando se conoció la noticia de que Verónica Ojeda y su hijito Diego Fernando ya estaban instalados en México junto al entrenador de Dorados en Sinaloa, casi no hubo grandes sorprendidos.
Porque terminó siendo una chance previsible. Porque cuando Maradona se quedó solo por la ruptura de su pareja con la joven y bella Rocío Oliva, era claro que el ex capitán de la selección argentina de fútbol se quedaba sin compañía afectiva en su desafío azteca.
Y Diego tiene claro que no es bueno que el hombre esté solo, y antes de viajar al Distrito Federal levantó el teléfono y llamó a esa mujer que en los últimos años había desestimado, condenado, aislado, negado y hasta castigado por reclamarle que se había olvidado de su hijo menor, a quién estuvo dos años sin ver ni visitar, y le pidió verlos. “Vero, me quedé solo y no estoy bien. Me gustaría que me traigas a Dieguito y que se queden unos días conmigo...”, fueron las palabras y el mensaje de ese guerrero de mil batallas que no siempre fueron airosas.
La última, la batalla del amor lo dejó mal herido, y nadie lo sabía mejor que él. ¿Qué pasó por la cabeza de Ojeda y también por su corazón en ese momento?... Si ella se cansó de decir que el amor de ella hacia él se había agotado y terminado. Lo dijo miles de veces y nadie lo olvidó, Pero una vez más, la cabeza le ganó al corazón.
La madre pudo mucho más que la esposa despechada y Verónica Ojeda desplegó las velas de sus sentimientos y se fue a conquistar el bienestar de su hijo. Porque Dieguito Fernando revive cada vez que juega con su padre y eso lo estimula y enriquece mucho más que todos los tratamientos médicos y científicos del mundo.
A los ojos de todos nada puede sorprender, porque de la misma manera que Maradona denunció y mandó a detener a Rocío Oliva, a quien luego liberó para seguir viviendo en pareja, hoy se reinventa junto a esta Verónica Ojeda, que fue 9 años su pareja para luego ser castigada, y hoy convertirse en la nueva, ¿o vieja?, esposa de tantos años.
Como tampoco debería extrañar que después de tantas denuncias o demandas contra Claudia Villafañe, un día en este mundo del revés maradoniano, Diego apareciera abrazado a “la Clau” y a sus hijas matrimoniales Dalma Nerea y Gianinna Dinorah. Por eso más que nunca, las máscaras del amor y el desamor en la vida desopilante de Diego son miles y miles y nunca se sabrá cuál es su verdadero rostro. Te lo digo yo.
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