viernes, 10 de mayo de 2019

Ruidos y palabras en la biblioteca

Acompañando la noche pasada vivimos casi un hito único en la Republica, se pudo haber presentado en un estadio, en una confitería con paredes húmedas o simplemente en un medio televisivo propio. No, tal acontecimiento se produjo en lugar en donde se deposita y narra acontecimientos culturales. Si hay que pisotear algo, pisoteemos la cultura; ámbito en donde jamás se imaginaron estar.
La lluvia era un telón magnifico que servía para lograr algo más dramático en esta noche, los fieles mesclaban sus lágrimas con las gotas de lluvia en sus rostros. Agredieron a la prensa Independiente, insultaron a quienes los observaban con sorpresa, empujaron y avanzaron como manadas luego de haberse bajado de los medios que los arriaron hasta este lugar, banderas de Candidatos ofreciendo sus cuentas corrientes para depósitos mal habidos, otros que demostraron ser un fracaso en el pasado y varios ausentes por haberse alojado en Ezeiza. El Circo se encontraba a pleno cuando la Escritora se presentó a escena, en ese momento se acabaron las palabras los gritos superaron simplemente a los aplausos de la platea, la tribuna embarrada idolatraba unos tiempos mejores y una pobreza mínima.
En la Casa de la Cultura se alojó la fauna zoológica nacional, era la frase de Discepolin en donde el Maestro narraba ver la Biblia junto al calefón. Y llegaste tú y la sabiduría de almacén de barrio, almacén de la boca al Sur.
Hablo de un nuevo contrato Social y bien del grado de desocupación existente en Estados Unidos era la plenitud de la bondad, pero con el facón en la espalda.
Dejo de lado aquel miedo que tenemos que tenerle, después de Dios. Diría el negro Delia esto es “amor, amor”. Bien todo pasa y nada es definitivo de a poco fue surgiendo el tufillo político, parece que le indicaron que su tiempo en el estrado se venció y su salida fue apoteótica para la pobre gente que se bancaba la lluvia al temblor de sus trapos, cual si fuese 25 de Mayo de aquel 1810.
También esa fecha era un tembladeral el Gobierno y las historias vendidas con posterioridad fueron mentiras verdaderas. En un país desquiciado todo puede pasar, continuaremos sufriendo.
Santiago Luis Demaria

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