jueves, 12 de septiembre de 2019

Incendio Amazonas

Expresan preocupación por los incendios en el Amazonas El Concejo Deliberante de General Pueyrredon fijó postura pública ante la creciente ola de incendios que golpea la zona de la selva amazónica de Brasil, expresando su preocupación por los masivos incendios que están consumiendo la mayor selva tropical del mundo, pulmón del planeta, instando al país vecino a que actúe de manera responsable, decidida, rápida y eficiente para extinguir el fuego que está destruyendo el Amazonas. Una copia de la iniciativa legislativa del Concejal Mario Rodríguez será enviada a la Embajada de la República Federativa de Brasil, debido a que es imprescindible que el gobierno brasileño actúe de manera urgente, ya que el Amazonas está sufriendo ahora mismo el mayor ataque de su historia. En estos días fueron incendiadas más de 500.000 hectáreas de selva y las llamas siguen avanzando sin control. Estados amazónicos declararon situación de emergencia. En vez de frenar esta tragedia, el Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, fomenta prácticas a favor de la deforestación y en contra del medio ambiente. Los días 10 y 11 de agosto, agricultores alrededor de una carretera principal en el Amazonas celebraron públicamente un "Día del Fuego" para deforestar con incendios y abrir camino a las plantaciones de soja y ganadería. Esto resultó en un aumento del 300% en los incendios en el área. Es imperdonable. El planeta no puede permitirse tener al Amazonas en llamas. Si Bolsonaro no actúa con la rapidez que la emergencia exige, tardaremos décadas en recuperar este pulmón planetario. En el estado de Rondina (noroeste), una de las zonas más afectadas por los peores incendios en años, las personas están viviendo bajo una capa de humo que ha envuelto a la región. Se sospecha que la mayoría de los incendios son provocados. En las zonas selváticas, la tala y quema es una práctica agrícola relativamente normal. Es algo que se hace en Brasil y, de hecho, es algo que también se ha legalizado en la Bolivia amazónica. The Intercept, por citar solo uno de los textos que denuncian el problema, ha explicado en un largo reportaje que la conversión de la selva en praderas también es una forma de "acaparar" tierras por parte de empresas y grandes grupos. El fin último es destinar esas grandes parcelas de tierra al pastoreo de animales o al cultivo de soja. Durante estos últimos cinco años, la relajación de las medidas gubernamentales (bajo tres presidencias distintas: Rousseff, Temer y, más rápido aún, Bolsonaro) y la presión de la industria agroganadera han hecho que la tendencia fuera creciendo, como se ha denunciado en repetidas ocasiones, y sus efectos se han hecho notar a muchos kilómetros a la redonda. El otro gran factor es abiertamente geopolítico. La actitud de Jair Bolsonaro y sus políticas para favorecer proyectos desarrollistas, que amplíen el terreno útil para ganadería, agricultura y minería en la Amazonía brasileña. El Presidente de Brasil ya era un "enemigo" declarado de muchas de las potencias mundiales, lo que ha facilitado el enfrentamiento, una vez que ha decidido salirse del consenso proteccionista sobre el Amazonas. En los primeros meses de su gobierno, Jair Bolsonaro develó su proyecto para el Amazonas sin que muchos lo adviertan. Diseñó un nuevo presupuesto para Defensa y el 98 % está destinado a un antiguo programa denominado Calha Norte (canal norte). En ese momento, pocos advirtieron que esa era la base de su estrategia para desforestar la reserva de oxígeno más importante que tiene el planeta y desarrollar un territorio virgen que podría llevar a Brasil a un enorme crecimiento económico. Consiste en crear “infraestructura estratégica para la defensa de la frontera norte del país”. Un proyecto del Ejército Brasileño de los ´80, en plena Guerra Fría, para desarrollar un territorio de 1,5 millones de kilómetros cuadrados a los largo de ocho estados –Acre, Amapá, Amazonas, Mato Grosso, mato Grosso do Sul, Pará, Rondonia y Roraima-, un área más grande que todo el territorio de Perú o la mitad de Argentina o todo Irán. Con represas, carreteras y puertos sobre el río Amazonas. Y para esto, la clave está en la liberación de territorio, en ganar espacio a la selva, en talar árboles. Todo basado en el mismo principio que utiliza, por ejemplo, China para no cumplir con las reducciones de emisiones de carbono que aumentan el calentamiento global y que es un mensaje para las grandes potencias occidentales: “Ustedes se desarrollaron desforestando y contaminando; ahora nosotros queremos tener la misma oportunidad”. Más de 70.000 focos de incendio, provocados fundamentalmente por la deforestación. De acuerdo al Instituto Nacional de Investigación Espacial, sólo en el mes de julio se deforestaron 2.254 kilómetros cuadrados, un 278 % más que en el mismo mes del año pasado. Una tragedia para la Humanidad que Bolsonaro intentó esta semana traspasarla a las organizaciones no gubernamentales (ONGs) que protegen el Amazonas. “Puede estar ocurriendo, es una posibilidad, no lo estoy afirmando, una acción criminal de esas ONGs ambientalistas para llamar la atención contra mi persona, contra el gobierno de Brasil; esa es la guerra que enfrentamos”, dijo Bolsonaro. Y lanzó una frase ingeniosa: “Antes me trataban del `monstruo de la motosierra´ y ahora dicen que soy ´Nerón´. Algunos periodistas brasileños ya lo denominan “El Nerón del Amazonas”. La tala de árboles en la Amazonia aumentó un 15 % entre agosto de 2018 y julio de 2019, en comparación con el mismo período del año anterior. Según el Sistema de Alerta de Deforestación se registraron 5.042 kilómetros cuadrados de devastación. La organización ambientalista Imazon informó que sólo en el mes de julio, la destrucción de los bosques ascendió a 1.287 kilómetros cuadrados, eso corresponde a un aumento del 66 % con respecto a julio del año anterior cuando la deforestación alcanzó los 777 kilómetros cuadrados. Y se avanzó sobre las áreas de conservación: la unidad protegida Triunfo do Xingu perdió 82 kilómetros cuadrados en el mes de julio, la de Florex Río Preto-Jacundá 40 km. y la Resex Jaci-Paraná 25. También se perdieron tierras de las reservas indígenas del estado de Pará: Apyterewa, Trincheira Bacajá e Ituna/Itatá. Hasta que no oscureció a las tres de la tarde sobre San Pablo por la columna de humo de los incendios –que de acuerdo a las fotos satelitales ya cruzan como un cuchillo el corazón de Sudamérica- no hubo reacción del gobierno brasileño. La comunidad internacional ya había puesto el grito en el cielo

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