Regresamos Doctor me acerco aquí para solicitarle a Ud. un turno. Tome asiento. ¿Le duele algo?, si el alma Doctor, cuando me inicie en mi juventud; poco a poco dado el día está peor. Parte desde el alma, se va multiplicando por todo el organismo u no para, cada año o mejor dicho cada cuatro años, se renuevan los síntomas. ¿Cuándo usted nació como veía la situación? Mis padres trabajaron y me han dado todo, sin lujos, eran gente obrera. Pagaron mi facultad con mucho sacrificio y no llegaron ninguno a vernos felices del todo. Trabajé todo lo que pude, con Militares o con los civiles, todo era igual y hoy veo con vergüenza que Capitanich, un ladronzuelo común, aquel que rompió el diario frente a la prensa; imita burdamente al dueño de la Democracia. Esto me produce dolores en el pecho, y en el corazón. ¿De la presión cómo anda?, burdamente Doctor, tengo las pelotas por el piso. Mire lo suyo pasa a ser grave, usted vive en Argentina. Y ese es un camino de ida, en donde escapar se hace difícil. ¿Doctor, pero usted tiene solución para este mal? Si solo. le podría recetar lo haría. La única solución posible es partir al mundo exterior, pero lograr el orden general quizás se lo impidan tomar. Mil trabas le pondrán a Usted pera convertirse en una lacra ya sin remedio a la vista.
Mire no insista con tantos males, sepa usted que nació fruto de del amor y la resignación sumado a la realidad que a cada paso lo golpea, si a su edad no le encontró la vuelta ya todo lo que piense ha de ser un error. Le van a decir que lo van a poner de pie, fruto final que le van a robar hasta las sillas de su casa. Si le cuentan que como jubilado se merece todo. Sepa que según ellos merece una muerte digna y que le roben hasta su miserable jubilación. Bueno Doctor me quedo con sus palabras finales y no lloro pues me robaran hasta los sentimientos.
Santiago Luis Demaria
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