Acodados a
la vera de nuestro buzón que aún se mantiene rojo, divagando sobre los viajes
en alta mar que tendremos. Viejo buzón en donde tiempo atrás era alimentado
quizás por cien cartas; algunas de amor, otras de olvido.
Alguna de
esas cartas han sido perfumadas con lociones viejas que ya no existen, algunas
otras llevaran los sellos de las búsquedas de dinero; otras han de ser a padres
e hijos distantes, quizás otras quedaran sin ser leídas pues la muerte llego
antes que el cartero.
Pasan a
nuestro lado los oportunistas de siempre y también aquellos que la pobreza
venció. Queda poco tiempo León, los amores fueron robados por el edificio del
Correo Central, cuyas paredes llanamente son eternamente reparadas. Andamios
abandonados, suciedad y dudas; dependen de una computadora, gente de aspecto
abandonado se encuentran en eternas colas para ser atendidos. Buzón, se te nota
flaco y sin ganas, no se detiene más el cartero tal vez igual que Monic o de
tantas cartas esperadas.
Algunos que
se detuvieron con él, lo acariciaron pensando solo en sus baratos intereses,
otros contando historias fantasiosas y amarguras del pasado. Viejo buzón nadie
te moverá de allí y nosotros hemos de continuar abrazándote. Usted espero
alguna carta León?, esas que luego se quedaban alojadas en nuestras lagrimas?,
aquellas que derrapaban en nuestro corazón golpeado?
Yo fui más práctico
y lo que escribía se convertía en rizas, esas que junto a una guitarra se convertían
en ingredientes propios de un rock nacional en ciernes. Después usted me llevo
a la mar convirtiéndome en un Pirata, piltrafa de payaso barato. El maquillaje
se derretía en mis parpados, sabiendo que tarde o temprano la traición por las
monedas que recogía en los asaltos a navíos en medio de la bruma marina.
Es verdad también
que tuve hijos durante mi trayecto por esta vida; mis distintos encuentros en búsqueda
de una familia me llevaron a cometer errores hoy irreparables, mas luego de
tanta historia ninguno de ellos repararan mi muerte. En algo están de acuerdo,
nunca estuve casi fui un fantasma hoy demasiado distante. Los unirá un futuro
en común, un padre Pirata y viajero empedernido.
Nada de lo
que declare será tenido en cuenta,
alguno busca monedas inexistentes que a su vez inmerecidamente logra reclamar;
tengo el honor de declarar que ni la manija inexistente de un frio ataúd se
posara en sus manos. A los demás perdón jamás entenderán lo que mi corazón me
dicta.
Y León, no
existieron estas palabras en nuestro buzón amigo. En la esquina de ese Palacio
amigo, se encuentra día a día esperándonos, su boca semi abierta brama por su
alimento diario. Cartas de enamorados enfermizos, pero que siempre esperan.
Santiago L
Demaria
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