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lunes, 16 de julio de 2018

Cuando fuimos Argentinos

Si me acordara cuales fueron mis primeros pasos en conjunto con mis ideales, no existía el desmadre que hoy nos rodea, ni la violencia que nos atropella y nos confunde nuestros ideales fueron únicos y sin jefes; alguna ideología nos hacía pensar en la política, pero jamás en el daño causado al prójimo. Estábamos limpios y con ganas de vivir, solo luchábamos por nuestros ideales intelectuales, las mesas familiares eran largas y confusas, la famosa grieta no existía. El matón Sindical se llevaba puesto a un par para la obtención de poder al lado del político de turno, tuvimos presidentes probos, honrados y humildes. Hemos tenido revoluciones culturales, era la época de la música y la pintura, nuestros ideales se encontraban en el amor libre, el mundo nos seguía o nosotros seguíamos al mundo, era simplemente igual. Lo mataron a John Lenon y fue un luto universal, era el arte que se había mancillado por el fanatismo, la agria sensación de violencia nos llevaba al asesinato de Kennedy; el mundo se encontraba confundido al borde del holocausto de los actuales días. Los pobres siempre fueron los mismos, pero honrados, decentes, quizás llevado de la mano por un manto de algún Político que pretendió desde siempre separar a los argentinos hasta el día de hoy que nos encontramos viviendo sus logros. Pero ni vale la pena nombrarlos y no lo hare, me he jurado no pertenecer a ningún grupúsculo en donde la política se encuentre con su manto de estiércol. Era la época de los pantalones pata de elefante y los colores fluo, el pelo largo y nuestro amor por Papo que desde la cueva de la calle Pueyrredón y Juncal, en donde, Luis Alberto y mis amigos zapaban a lo grande. Era música Santa, todo era Rock, fue Carlitos y su Conexión número cinco, fue Pérez Celli artista plástico de maravilla, Marta Minujin con Bar o Bar con sus barriles de maníes y Cerveza a litros. No exista el zurdaje barato con sus marchas mugrientas, por más que leíamos el libro Rojo, también a Borges, fue poesía y coraje, tuvimos amigos que decidieron otro camino y nosotros lo hicimos con Facundo Cabral y sus diálogos con la Madre Teresa de Calcuta. Entendíamos al amor y nuestra bandera el respeto por nuestra Patria y supimos que en ciertos barrios se fabricaban violentos, pero se mataban entre ellos para estar más cerca de un Mesías de cartón pintado, supimos que había un brujo que termino siendo un asesino y también nos dimos cuenta que muchos viejos políticos fueron a golpear las puertas de los cuarteles. Se inició una escapada a Europa y España nos recibió con su abrazo abierto, el talento y la buena gente fueron la base de aquellos que escapaban del inicio de lo que es el País ahora. Pero veníamos de una casa honrada, del viejo laburando a lo perro y de una madre protectora pero dura. Sacamos de esa cuna la base de una conducta desbolada pero en orden, con educación y orden; salvo los libros que debíamos esconder a la vista de ellos. Algún argentino debía robarse a la Argentina y comenzaron un laburo de robo y vaciamiento; llevaron un camino impensado al fracaso, era tamaño país para robarlo y para eso necesitaban estúpidos útiles. Eran y son cada dia más estúpidos, hoy somos una mezcla rara de bolivianos, paraguayos y Senegaleses, cuando nuestra cuna del crecimiento fueron Españoles e Italianos, Judíos y Franceses; cambiamos la matriz de crecimiento y cultura y nos fuimos a la Patria Grande. Cambiamos nuestra sangre y regresamos al Viejo vizcacha, no pensamos en la cultura y saltamos nuevamente a las carpas llenas de pulgas. Apareció la droga dura que término de reventar la cabeza de aquellos que la tenían vacía y se asoció a los inescrupulosos de siempre. Cambiamos las palabras de Sarmiento y nos metimos las patas en el barro del populismo. Dejamos de escuchar a Motzar y desde cerca o lejos el sonar de los bombos manejados a fuerza de chori, es nuestro clásico. Nos cuentan que es la expresión de nuestro pueblo, mientras nuestro ex pueblo jamás fue así. Si me hacen recordar a Juan XX111 y no esta expresión de político barato sin bases morales o éticas que asumía la Iglesia. El hambre no era un recitado absurdo y sin sentido común; hoy es un canto de mistongos payasos a quienes se les desgasta el maquillaje frente al espejo. Antes bailábamos y estudiábamos, nuestro espejo era el mañana y jamás creíamos resistir en un tacho de basura mugriento. Fuimos profesionales y alguno llego muy alto, otros nos dedicamos a tratar de ser feliz de otra manera. Y pensar que llegue hasta este final sin poner apellidos, estoy feliz pues nombrarlos me daría asco. Santiago L Demaria

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